No suelo considerar los sistemas universitarios de préstamo de bicicleta como bicicleta pública porque su uso está restringido a los estudiantes y el préstamo puede durar incluso un año, por lo que se pierde el carácter abierto y rotativo de la bicicleta públicade que pienso que son algo diferente a la bicicleta pública. Con esto no quiero decir que estas iniciativas sean malas, al revés, pueden ser muy positivas, símplemente digo que son algo diferente a la bicicleta pública. A pesar de ello, hoy quiero comentar un caso que puede ser interesante.
En la Universidad de Salamanca se acaba de apliar la flota de bicicletas de préstamo y con motivo de este acto se ha hecho público que el 68% de los préstamos del curso 2011-12 han sido realizados por estudiantes extranjeros y sólo un 32% por nacionales (El Economista).
Esto me ha dado que pensar. En realidad, gran parte de las barreras para circular en bicicleta no están en la calle sino en la cabeza de la gente. En Salamanca, sean cual sean sus condiciones para la movilidad ciclista, son igual de buenas o malas para estudiantes nacionales que para los internacionales. Sin embargo, son los extranjeros, que ya están habituados al uso de la bicicleta, los que tienen esa cultura de la bicicleta y los que por tanto encuentran menos barreras para circular con ella. La inversión en infraestructura ciclista no vale de nada sin la correspondiente educación vial y la eliminación de prejuicios negativos hacia la bicicleta. Y lo mismo se puede aplicar a la bicicleta pública. Ella por sí misma no puede cambiarlo todo. Necesita también de las mal-llamadas medidas blandas o complementarias que son las que inciden directamente en la mentalidad de la gente.
Excelente reflexión.
salud y pedal