El Diario Las Provincias publicaba hace un par de semanas que el sistema de bicicleta pública de Valencia, Valenbisi, «le ha quitado una media de 6.000 usuarios diarios a las líneas [de autobús] de la EMT. Esto supone una disminución de 2,19 millones de viajeros al año, por lo que el concejal de Tráfico y presidente de la compañía municipal, Alfonso Novo, ha pedido un sondeo en profundidad que defina cómo afecta el nuevo transporte alternativo a todas las líneas». En realidad, la bicicleta pública no es la única causa de ese descenso, sino unas más como apunta otro artículo de Las Provincias y la cifra no está clara porque según 20 minutos, en realidad la EMT cerró el año 2011 con «89,9 millones de viajeros, lo que supone la pérdida de 187.000 usuarios» anuales con respecto a 2010. Es decir nada que ver con esos 2,19 millones.
Sea cual sea la cifra, lo que está claro es que la bicicleta pública puede reducir el grado de utilización del transporte público. De hecho, hasta ahora la mayoría de los usuarios de la bicicleta pública parecen venir del transporte público. Es normal que exista en la bicicleta pública una proporción de viajes antes realizados con transporte público y que esa proporción sea similar a la distribución modal de la ciudad en viajes similares. Lo que es más importante es si esa proporción está acorde con los objetivos marcados o no. Quien me conoce ya sabe que siempre siempre defino el éxito como la consecución de objetivos. Así que si el objetivo de una ciudad era disminuir la ocupación del transporte público o de una línea porque estaba saturada, entonces la noticia es positiva (habría que ver en qué proporción). Pero si el objetivo de la bicicleta pública era aumentar el uso del transporte público (o reducir el uso del coche), habría que minimizar ese trasvase del transporte público a la bicicleta pública lo más posible. De ahí la importancia de definir los objetivos con claridad. Sería interesante saber qué dice ese estudio que ha encargado el concejal de tráfico de Valencia. Los datos sobre cambio modal son los realmente indispensables para saber si un sistema de bicicleta pública tiene éxito o no y por desgracia son los que nunca suelen están disponibles.