Como hemos visto en un artículo anterior, cerca del 40% de todos los sistemas de bicicleta pública implantados en España han conseguido sobrevivir. En este proceso de supervivencia y evolución, conviene prestar atención a la edad de los sistemas que han sobrevivido y han cerrado para evaluar la madurez de los primeros y la longevidad de los segundos. Y eso es lo que intenta mostrar la gráfica de abajo.
En lo que respecta a los sistemas cerrados, a mediados de 2018 un 50% de los que había cerrado tenía dos años o menos. Un 22% cerró cuando el sistema apenas tenía un año o menos. Esto muestra la corta vida de algunos de los sistemas de bicicleta pública que se han implantado en España, lo cual contrasta con la propia naturaleza de la bicicleta pública: a) no es barata, lo que supone que requiere largos plazos para la amortización, y b) como todo medio de transporte necesita tiempo para crear un cambio modal estable. Por tanto, la corta vida de los sistemas cerrados, denotaría una cierta falta de planificación o apoyo real a largo plazo a la bicicleta pública.
Lo contrario ocurre con los sistemas que están en funcionamiento. En general, se puede decir que tienen un edad avanzada. El 47% de los sistemas de bicicleta pública que está en funcionamiento tienen más 8 o más años y solo un 15% de todos los sistemas tiene 6 años y o menos. Esto puede deberse a que en los últimos años se han implantado pocos sistemas.
Con respecto al estudio con datos de 2014 hemos cambiado el aspecto y los parámetros de la gráfica para mejorar su interpretación. A nivel de resultados, se aprecian pocas diferencias. En aquella ocasión ya descubrimos la vida excesivamente corta de algunos sistemas de bicicleta pública. Lo que sí se aprecia es una «maduración» de los sistemas que sobreviven. La edad media ha crecido de cerca de 6 a 9 años. En principio, esta maduración debería llevara a un mayor conocimiento del sistema y a su mayor eficiencia.