Cuando nunca se ha usado la bicicleta pública
En el anterior artículo explicamos que nuestra Encuesta sobre el Impacto de la Bicicleta Pública recabó la opinión de usuarios, ex-usuarios y no usuarios de este medio de transporte. Avanzábamos entonces que tendríamos en cuenta a todos ellos para analizar la bicicleta pública y en este artículo nos centraremos en los no usuarios (que representan un tercio de nuestra muestra, es decir, 737 personas).
Razones
La principal razón para no utilizar la bicicleta pública es que la gente prefiere usar su propia bicicleta. Así lo afirma el 42,5% de los encuestados. Para estas personas la bicicleta pública no supone un valor añadido y por ello ni sustituye ni complementa a la suya propia.
Un 20% de los encuestados afirma que no hay sistema de bicicleta pública en su municipio, mientras que casi un 13% vive lejos de la zona donde se presta el servicio, quizá en barrios residenciales de ciudades grandes, lo cual reduce la utilidad del mismo. Por lo tanto, para casi un tercio de los encuestados no utilizar la bicicleta pública no es tanto una decisión propia sino que viene dada por su inexistencia o inaccesibilidad.
Como cuarta razón más votada emerge la inseguridad vial. A un 8,5% de los encuestados le parece peligroso circular en bicicleta (ya sea pública o no). Este valor para nada despreciable muestra que los municipios deben realizar más esfuerzos para mejorar la seguridad real y percibida de la infraestructura para hacerla atractiva para la bicicleta. Consiguiéndolo, se podría aumentar el uso de los sistemas de bicicleta pública.
Con relación al sistema de bicicleta pública un 3,8% de los encuestados se queja del precio, un 3,1% desconoce su modo de uso y un 1,4% cree que los trámites son engorrosos. Este último caso tiene especial relevancia porque a pesar de no ser una opción predeterminada, fue mencionada por varios encuestados que aportaron su repuesta libre en la categoría de «otra razón». Con respecto al impacto del precio podría argumentarse que está influido por la presión de la crisis económica. Sin embargo, tanto el desconocimiento sobre el modo de uso como la trámites engorrosos son asuntos de, en teoría, fácil solución. De modo que los gestores de la bicicleta pública deben tener en cuenta que mejorando la información y eliminando ciertas trabas burocráticas podrían aumentar el uso de los sistemas.
Influencia en la bicicleta privada
A las personas que argumentaron que preferían desplazarse en su propia bicicleta se les preguntó además, cómo había afectado en ello la presencia de la bicicleta pública. Un 30% de los encuestados respondieron que, aunque no son usuarios de la bicicleta pública, el verlas en la calle les ha animado a utilizar más su propia bicicleta.
Ese 30% puede considerarse como un valor alto o bajo según sea la interpretación. En nuestra opinión es un porcentaje relevante. Hay que tener en cuenta que lo que se evalúa es el impacto de la simple visibilidad de la bicicletas públicas en el llamado «efecto masa crítica» (incremento del uso de la bicicleta motivado por una tendencia social y la percepción de seguridad asociada). Se trata por tanto de un impacto muy indirecto del que cabría esperarse un alcance bajo. Un 30% de encuestados afectados por un impacto tan indirecto no nos parece bajo. De todas todas formas, sea cual sea la interpretación, hay que decir que el simple hecho cuantificar esta cifra supone un hito. Mucho se había hablado hasta ahora del posible impacto positivo de la bicicleta pública, pero esta es una de las primeras veces que se ha medido en nuestro país.
Disposición a usarla
Entre aquellas personas que no pueden utilizar la bicicleta parece haber una alta predisposición a usarla. El 91% de las que no la utilizan porque no se presta el servicio en su municipio afirma que se plantearía recurrir a una bicicleta pública si tuviera una cerca. Lo mismo ocurre con el 98% de las personas que no pueden utilizarla por vivir lejos del grupo de estaciones de la zona donde se presta el servicio.
Conviene añadir que se deben tomar estos resultados con prudencia. Como ocurre en otros estudios de la flexibilidad de la demanda, la disposición expresada en estos casos no tiene por qué corresponderse fielmente con el valor real. De todas formas, aunque estos porcentajes no fueran precisos, lo que sí parecen mostrar es una imagen y una predisposición muy positiva hacia la bicicleta pública.
El próximo artículo
La próxima semana nos vemos de nuevo aquí, pero hablando sobre los que alguna vez probaron la bicicleta pública y por una u otra razón dejaron de hacerlo. ¿Te lo vas a perder?