Allá por marzo escribí sobre la subida del precio del abono y de la introdución de fianza en Bicibur, el sistema de bicicleta pública de Burgos. Entonces, ya se empezaba a barruntar un impacto negativo en la demanda como resultado de las nuevas tarifas. La realidad ha sido aún más dura que las previsiones y desde principios de año a ahora el número de abonados ha bajado de 1.100 a 49. Para rebertir esta situación, se piensa en diferentes medidas. La primera, que cuando la nueva empresa adjudicataria se haga cargo del sistema, se eliminará la fianza de 50 euros. Además, se está pensado en mejorar la seguridad vial de los ciclistas y en evitar el vandalismo que sufre la infraestructura (Diario de Bugos). Veremos en qué medidas se traducen esas propuestas, pero de momento me parece un enfoque acertado. La bicicleta pública no es un isla, sino parte del sistema de movilidad urbana. A veces puede fallar su culpa, pero otras veces su mal funcionamiento puede ser sintomático de un mal general del municipio.
En Ciudad Real, en cambio, no le han dado más oportunidades a la bicicleta pública y acaban de echarle el cierre. Por lo que parece el sistema ha ido perdiendo abonados y préstamos desde sus inicios en 2007 y ante la falta de resultados han decidido cerrarlo (ABC). Como siempre digo, puede que el sistema nunca debiera haberse implementado, pero también puede que su cierre hubiera sido evitable. ¿Y si se hubiera buscado la causa del problema, como en Burgos? ¿Y si, encontrado el problema, se hubiera actuado en consecuencia? ¿Y si un cambio de estrategia hubiera favorecido su uso? Sea como sea en Ciudad Real siempre nos quedará esa duda. Una pena, porque de enterrar dinero sin autopsia no se aprende nada.
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