El sistema de bicicleta pública de Pinto desaparecerá. El Ayuntamiento de esta localidad madrileña anunció la semana pasada que Bicipinto, que fue inaugurado en noviembre de 2010, echará el cierre el 1 de agosto tras algo más de año y medio de andadura. El sistema le suponía unos gastos anuales de mantenimiento de 84.600 euros. Esto junto a la poca demanda que ha tenido el sistema han sido los argumentos usados por el Ayuntamiento para cerrar el sistema (Madrid Diario).
Aunque los gastos de mantenimiento no deberían ser ninguna sorpresa para un ayuntamiento, ya que estos se estiman antes de la implantación, imaginemos que fueron más altos de lo previsto. Los 132 euros que cuesta el mantenimiento del sistema por cada préstamo que se realiza es claramente excesivo. Sin embargo, su coste por bicicleta (769 euros) no lo es tanto comparándolo con otros sistemas de España, más bien tiene un valor medio. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que el sistema más que caro por su mantenimiento, era caro por su bajo nivel de préstamos: 0.02 préstamos por año y bicicleta, una de las rotaciones más bajas de España.
Siendo malpensados, se puede decir que quizá no hubo suficiente demanda porque no se acompañó a la bicicleta pública con otras medidas necesarias para la promoción de la bicicleta. Siendo más benevolentes, quizá el modelo de bicicleta pública no era el apropiado para la ciudad o para el objetivo que ésta perseguía. O quizá simplemente no se necesitaba la bicicleta pública en Pinto. Como ya decía en mi anterior post, cuando un proyecto a medio-largo plazo muere en tan poco tiempo, es porque hay una falta de planificación importante. En todo proyecto pueden salir dificultades, pero si está bien diseñado, hay margen para realizar pequeños cambios o incluso nuevas estrategias globales. El problema viene cuando la bicicleta pública se implementa sin convicción y se cierra sin intentar mejorarla. Que cierre así un sistema es, en mi opinión, una mala noticia no sólo para los defensores de la bicicleta pública, sino también para sus detractores, porque cuando se inverte un dinero público y se tira a la basura en pocos meses, ahí perdemos todos.
En esta pésima ecuación sólo falta que la compra del material de bicis y demás haya sido a un amiguete y a dedo para ver la capacidad de muchos de nuestros gestores.