Esta semana llegaba a mi correo una noticia sobre la creación de una aplicación para smartphones llamada Ponfemobi. «La aplicación integra un sistema de información en tiempo real que informa de los tiempos de llegada de cada autobús a una parada, ofrece información en ruta y permite conocer el tiempo que le resta al viajero para llegar a su parada de destino». Además la aplicación «ofrece información relacionada con la movilidad en la ciudad, como por ejemplo la localización de los puntos de préstamo de bicicletas y su disponibilidad en cada uno de ellos; localización de las paradas de taxi, estación de trenes, autobuses, parkings gratuitos y de pago, así como el trazado del carril bici en la ciudad». Esta iniciativa «se engloba dentro del proyecto Sumobis, cuyo objetivo es impulsar soluciones enfocadas a la movilidad urbana, en el que participan varias ciudades europeas, entre ellas Ponferrada» (Leonoticias). La noticia es buena, creo yo, porque todo lo que contribuya a integrar transporte público y bicicleta puede traer sinergias positivas.
A raíz de este artículo me dispongo a investigar un poco más sobre, Ponferrada te presta la bici, el sistema de bicicleta pública de Ponferrada. En la web del Ayuntamiento encuentro algo tan indispensable como a veces ausente: el objetivo. «El objetivo del servicio es atenuar la movilidad motorizada en Ponferrada»- reza la web. Muy bien.
Aquí acaba lo bueno. ¿Si hemos definido el objetivo tan claramente, por qué no recopilamos datos para comprobar si nuestro sistema está siendo exitoso en ese sentido? No he encontrado información al respecto. Lo único que he encontrado ha sido que el número de préstamos en los seis primeros meses de 2007 fue de 2.181, mientras que en todo el año 2008 fue de sólo 1.769. Mala evolución. Luego, en 2009, llega una ampliación del número de estaciones y bicicletas (Bierzodiario), pero no he encontrado más datos sobre préstamos en años posteriores.
Lo que he visto de 2009 en adelante no es muy halagüeño. En 2010 la asociación Ecobierzo denunció que más de la mitad de los puntos de anclaje se encontraban fuera de servicio, más que en 2009 cuando esa cifra era del 40%. A esto hay que sumarle un número apreciable de bicicletas defectuosas (Bierzo Diario). Me da pena encontrarme casos así. No quiero personalizarlo en Ponferrada, pero implantar un sistema para dejarlo morir no es, como mínimo, inteligente. Más allá de las filias y las fobias que pueda despertar la bicicleta pública, ésta se merece un juicio justo. Y cuando se ven proyectos a medio hacer o directamente mal implantados siempre pienso: «¿qué pasaría si se hiciera bien?»
Y estas chapuzas quiénes las pagan? Exactos, los de siempre.